miércoles, 5 de diciembre de 2012

Hello, massage?


Sí! Estoy en Tailandia, y esta es la frase que más veces al día escucho (compite muy muy de cerca con “taxi?”).

Llegamos a Tai mediante un ferry que une la isla de Langkawi (Malaysia) con Satun, un pueblito de la costa tailandesa del que no hay nada más que decir.
Anteriormente no había comentado que la gente malaya fue encantadora y que allá donde hemos ido siempre han tratado de ayudarnos y nos han puesto una sonrisa en casi todos los sitios. Ahora es diferente. No es que los tailandeses sean mala gente, pero si pueden hacer negocio contigo, lo van a hacer. Hicimos el panoli con el primer trayecto de bus que compramos, pagando el doble de la tarifa normal por no comprarlo en la propia estación de autobús (a nuestro favor he de decir que la única manera de llegar a dicha estación era a través de la mujer que nos vendió dicho billete), pero esto ha sido “una y no más”.
De Satun nos fuimos hasta Krabi, bajo una lluvia infernal, y allí hicimos noche. Lo poquito que pudimos ver de este pueblito fue un mercado nocturno de comida y bebida con orquesta incluida, algo tipo las verbenas del barrio pero made in Thailand, asi que nos gustó el lugar!
A la mañana siguiente volvimos a montarnos en un ferry para ir a las paradisíacas (e hiperturísticas) islas de Phi Phi. La isla habitada (Phi Phi Don) rezuma vida día y noche. Si tratas de imaginarte su playa principal obviando la fiesta nocturna y las resacas diurnas, es una belleza. Phi Phi Leh, la otra isla, la mantienen como una reserva natural que sólo puedes visitar para hacer snorkel (genial) o diving mediante viajes organizados. Aquí se encuentra la playa en la que se rodó la película del mismo nombre de Di Caprio, e ir a visitarla es como tratar de encontrar un sitio a tu sombrilla en la costa de Benidorm… con el añadido de que encima tienes que pagar si quieres bajarte del bote para pisarla, asi que un servidor se ahorró ese dinero.
Ambas islas son increíbles pero, si ya están explotadas, de aquí a unos años prometen convertirse en una Ibiza tailandesa. Os dejo unas instantáneas: 








Tras la ajetreada Phi Phi queríamos algo más calmado, asi que nos fuimos a la pseudo-hippie Railay con una pareja de cordobeses argentinos que conocimos. Aquí aprovechamos el ambiente relajado del lugar, la posibilidad de escalar (yo lo obvié), las playas y el guest house en el que nos hospedamos. Una gran combinación. 





Siguiendo con nuestra búsqueda de tranquilidad, la siguiente parada fue el pueblito de Khao Lak, y llegar hasta aquí fue toda una gincana de transportes: bote+van+bus+taxi. Todo esto por querer ir de listos y buscarnos nuestros propios transportes y no exponernos a que nos sacaran más dinero… al final llegamos hechos una sopa con el diluvio que nos cayó y nos ahorramos el equivalente a casi una cena.
Khao Lak prometía más en la teoría que lo que fue en la práctica… probablemente que el tiempo no acompañara ayudó a ello. Eso sí, nuestra última noche alli fue una luna llena que coincidió con una festividad budista y la celebración en la playa fue muy bonita (free bbq incluida!) 



Hasta aquí he de decir que eso de que Tailandia es más barato que Malaysia es un cuento, al menos en el sur los precios son iguales o superiores, pero también es cierto que el apogeo del turismo es una variable muy fuerte a considerar.

A partir de este punto el viaje se ha dividido. El mexicano y los argentinos se fueron para una isla en la costa este y yo puse rumbo a Bangkok, donde tenía que solucionar la extensión de mi visado, ya que al no entrar en el país vía aérea sólo me concedieron 15 días. Pero esto es otra historia que contaré en la próxima entrada.

1 comentario:

  1. Una pasada las fotos. Tiene que ser genial disfrutarlo en persona.... Me alegro de que todo vaya muy bien. Cuidate mucho campeon!!

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