domingo, 27 de mayo de 2012

3400km y 23 días después (I)


Todo esto es lo que ha pasado desde que pisé tierra australiana.
La verdad es que no tenía pensado escribir este post hasta que llegase a Auckland y consiguiese tiempo, electricidad e Internet de forma “ilimitada”, pero los imprevistos pueden llegar a proveerte en grandes cantidades de casi todo lo dicho (qué caro se vende conectarse a la World Wide Web en este lado del mundo), asi que aquí me tenéis, dispuesto a empezar a narraros aventuras e impresiones varias de este viaje.

Después de una incómoda noche de aeropuerto, el 2 de mayo llegué a Sydney tempranito, alli me esperaban otras tantas horas de vida aeroportuaria hasta que llegase mi compi de aventura en este país, otra rubia, Marta, una enfermera catalana que conocí en Frienz (mi casa neozelandesa), muy joven y con muchas ganas de conocer mundo.
Sydney… mola, tiene clase, tiene garra, tiene poder, es cara. De hecho si le preguntáis al Sr. Google os dirá que ocupa el 7º puesto en el ranking de ciudades más caras del mundo según un estudio reciente; pero he de decir que esta sensación de poder adquisitivo es extensible a todo el territorio australiano por el que me he movido, y para muestra un botón: café con leche de tamaño medio: 3,2€ aprox… aunque el top10 de lo expensive se lo llevan los transportes, prohibitivos, un billete sencillo de bus o metro cuesta una media de 3,5€ (pies para qué os quiero!). El precio de frutas y verduras tiene capítulo a parte porque, al igual que ocurre en NZ, dependiendo de la época los precios varían muchísimo, asi que puedes llevarte un susto cuando quieres hacerte una ensaladita y te piden más de 6€ por 1kg de tomates… (arriba los noodles!)
Puntazo gastronómico a favor de Sydney: si te gusta el sushi y la carne de canguro tienes asegurada una buena dieta a precio económico (un servidor no tuvo días suficientes para hartarse de tales manjares, qué rico!).
No voy a decir nada nuevo hablando de la belleza de la Opera House, pero sin duda fue la noche la que me transmitió el encanto de la ciudad. Luces, colores y vida social le otorgan una cierta calidez a esta gran urbe repleta de turismo y eventos. 

Harbour and The Rocks

Harbour Bridge

Opera House

Además tuvimos la suerte de conocer a unos chavales que vivían alli y nos enseñaron el barrio cercano a la universidad, muy auténtico, mucho comercio, restaurantes de todo tipo y bares “baratos”. Vamos, parte de la Sydney que interesa, la no turística.

Las dudas nos rondaban constantemente desde que aterrizamos: ¿Qué hacemos? ¿cómo nos vamos a mover aquí? ¿hasta donde vamos? Y después de algunas investigaciones, muchos cálculos y una pizca de ilusión, la decisión llegó, y con ella Josefa de OZ, la monovolumen que alquilamos para viajar desde Sydney hasta Cairns. 

Nuestro transporte, alojamiento, comedor y sala de dvd

Nuestra primea parada fue Port Macquarie, alli fuimos a visitar un hospital de koalas donde vimos muchos de los peligros a los que se exponen tales animales y los cuidados que reciben (UCI incluida). También nos quedó claro que la hiperactividad no es el mejor adjetivo para definirlos. 



El siguiente destino era más que obligado. Absolutamente todo el mundo al que le dije que venía a Australia me había recomendado ir a Byron Bay, y la verdad es que razón no les faltaba. Pese a que tiene turismo, es uno de los pocos sitios de la costa este que mantiene su sello de identidad, por no hablar de las playas que posee, el estilo de vida eminentemente surfero que domina el pueblo, y la suerte que tuvimos de ver delfines surfeando olas cuando fuimos a conocer el cabo al que da nombre dicha villa. Definitely it’s a must. 

Byron Bay

Byron lifestyle

Amazing sunset

Cape Byron

Aquí también nos dimos cuenta de una de las principales diversiones que supone vivir sobre ruedas: ¿Dónde dormimos? En NZ son bastante rigurosos con este tema, si no vas en una autocaravana tienes que dormir en un camping; aquí sin embargo nos dijeron que mientras que no hubiese una señal que indicase lo contrario, podíamos parar y dormir donde quisiésemos (aunque en todos los i-sites donde parábamos nos decían que en ese pueblo estaba prohibido). En fin, la aventura del dormir nos llevó, en Byron, a una calle de casitas tipo Wisteria Lane, sin embargo la señora que nos despertó la segunda mañana invitándonos a largarnos nada tenía que ver con las mujeres que habitan la citada calle, sino más bien con la madre de los humanos de Los Fraguel (escoba en mano).
Aún así, amén de ésta y otra ocasión, he de decir que en general no hemos tenido problemas para pernoctar donde elegíamos.

Antes de llegar a Brisbane hicimos una parada de interior en un pueblo de nombre impronunciable para hacer un trekking de 5h que nos llevó a ver uno de los cráteres de volcanes extinguidos más grandes de Australia, el Mount Warning. Las vistas son bastante espectaculares pero lo mejor es la última parte del trekking, donde unas cadenas te ayudan a escalar la pendiente de la roca que hay que superar para hacer cumbre. 

Mount Warning(Murwillumbah)


Y hasta aquí Nueva Gales del Sur, el estado por el que he tratado de llevaros a lo largo de estas letras. En el próximo post ya será la tierra de reinas (Queensland) la protagonista.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Primera recta final


Hasta aquí he de decir que la belleza de la isla sur es una realidad latente y su fama es más que merecida, pero llegó un punto en el viaje en que, en mi humilde opinión, se rizó el rizo. A los siempre espectaculares paisajes de la isla, se une una nueva variable, la época del año. Aquí nos encontramos en otoño y la explosión de color en la zona me ha sobrecogido, el intenso y brillante verde neozelandés queda acompañado de vivos rojos, naranjas y amarillos que hacen de cualquier foto una postal. 





Las imágenes que veis pertenecen a Queenstown, un pueblo con un emplazamiento de lujo y de poco más de 11000 habitantes que, sin embargo, desprende vida como pocos sitios en este pais. 





Queenstown es el lugar al que cualquier amante de los deportes de riesgo tiene que venir. Su oferta de actividades es tan variada como accidentes geográficos posee, pudiendo llevar a cabo jetboating (navegar entre los cañones de un río a toda velocidad), rafting, trineo acuático, barranquismo (a pie o en mountain bike), esquí, ala delta, sky diving (caída libre + paracaidismo) y, por supuesto, la actividad por la que es famoso este sitio, el bungy jumping (eso que en España llamamos puenting y que, una vez que estás en un país de habla inglesa, te das cuenta de que no tiene sentido). Aquí os dejo unas fotos de una de las variantes que tienen aquí del bungy: 





La otra razón por la que esta zona del país me ha impactado tanto, ha sido porque muy cerca se encuentra la tierra de los fiordos neozelandeses, Fiorland. Cuando hice el Alex Knob Track (léase Travelling around II) conocí a un chaval alemán y a otro holandés que viajaban juntos en coche y me ofrecieron ir con ellos desde Queenstown, con la ventaja añadida de que la misma agencia que les alquilaba el coche, ofrece también cruceros en Milford Sound y nos hacían la no desestimable oferta de 2x1. En resumen, que el viaje y el crucero al famoso fiordo de Milford me salió muy económico. Sólo hubo un “pero”, el tiempo, ésta ha sido la única ocasión en todo el viaje en la que el tiempo no me acompañó, pero no se puede tener todo (y al menos no llovió). Anyway no se pueden despreciar vistas como estas:








Llegados a este momento del viaje ya sólo me quedaba una parada, Christchurch. Sin embargo de camino a esta ciudad tuve la oportunidad de conocer un lago que me dejó sin palabras, en gran parte debido a su intenso azul (os aseguro que las imágenes no están retocadas) y en parte también por el viento tan brutal que lo azotaba:

Tekapo Lake



La gran competidora de Auckland o Wellington en el norte, es Christchurch en el sur. Una ciudad que se está reinventando a sí misma después de haber sufrido 2 grandes terremotos hace apenas 1 año (y réplicas la semana pasada).


Sería injusto por mi parte decir que no me ha gustado esta ciudad, simplemente por el hecho de ver cómo trata de salir hacia delante. En la denominada Re:START Zone se puede ver ese ánimo, se trata de una pequeña calle que lleva hacia la zona más dañada por los seismos, una calle muy concurrida, con mucha vida al aire libre y donde los comerciantes han abierto improvisadas tiendas en contenedores industriales con style, free wifi, esculturas naturales (de la naturaleza) que le da un aire muy cool.




City Council
Estando visitando sus famosos jardines botánicos conocí a un lugareño de 83 años que rápidamente me preguntó cual era mi opinión sobre su ciudad e innecesariamente la disculpó por los hechos ocurridos. El hombre me contó que de joven había estado viajando por todo el mundo, que conocía el sur de España (aunque el intenso calor y un desafortunado hurto no le habían dejado buen recuerdo) y se ocupó de mostrarme y contarme todo cuanto sabía sobre el jardín, su huerto de productos naturales y las opiniones que le merecía. Os dejo algunas instantáneas:



Por lo demás el punto diferente en Christchurch lo ha puesto mi hospedaje. Conocí a un japonés en Kaikoura que me ofreció su hospitalidad si venía por aquí, asi que me he quedado en su piso de estudiantes, pretty nice. Esta tarde-noche hemos organizado una cenilla con algunos amigos suyos y les he hecho “spanish omelet” y he triunfado como la coca-cola!

Ahora es cuando os informo de que mi viaje vacacional por New Zealand ha llegado a su fin. Todo se acaba. Muchas son las cosas que he vivido y he aprendido a lo largo de estas semanas. Por supuesto lo más importante es que lo he disfrutado muchísimo, que he seguido aprendiendo sobre mi mismo y sobre los demás, que he conocido a muy buena gente y que, por supuesto, es una experiencia y un país que recomiendo a todos.
La sensación de conocer a alguien, crear un lazo de amistad tan intenso como breve y seguir tu camino es una sensación agridulce pero bonita de vivir. Una amiga me decía que es el mal del viajero, vidas cruzadas… mejor vivirlo y no pensar en ello.

Pero como os digo, es mi viaje vacacional por Nueva Zelanda el que termina mientras otro asoma a la vuelta de la esquina. Me espera una larga noche en el aeropuerto de Christchurch tras la cual llegaré a la que será mi próxima aventura: Australia. Un mes más viajando por un nuevo pais que vuelve a ponerme el estómago del revés.
Aquí sí que no puedo deciros que pronto sabréis de mi, por lo visto las comunicaciones no son el fuerte de este continente, asi que sólo puedo deciros: Seguiremos en contacto.