Todo esto es lo que ha pasado desde que pisé tierra australiana.
La verdad es que no tenía pensado escribir este post hasta
que llegase a Auckland y consiguiese tiempo, electricidad e Internet de forma
“ilimitada”, pero los imprevistos pueden llegar a proveerte en grandes
cantidades de casi todo lo dicho (qué caro se vende conectarse a la
World Wide Web en este lado del mundo), asi
que aquí me tenéis, dispuesto a empezar a narraros aventuras e impresiones
varias de este viaje.
Después de una incómoda noche de aeropuerto, el 2 de mayo
llegué a Sydney tempranito, alli me esperaban otras tantas horas de vida
aeroportuaria hasta que llegase mi compi de aventura en este país, otra rubia,
Marta, una enfermera catalana que conocí en Frienz (mi casa neozelandesa), muy
joven y con muchas ganas de conocer mundo.
Sydney… mola, tiene clase, tiene garra, tiene poder, es
cara. De hecho si le preguntáis al Sr. Google os dirá que ocupa el 7º puesto en
el ranking de ciudades más caras del mundo según un estudio reciente; pero he
de decir que esta sensación de poder adquisitivo es extensible a todo el
territorio australiano por el que me he movido, y para muestra un botón: café
con leche de tamaño medio: 3,2€ aprox… aunque el top10 de lo expensive se lo llevan los transportes,
prohibitivos, un billete sencillo de bus o metro cuesta una media de 3,5€ (pies
para qué os quiero!). El precio de frutas y verduras tiene capítulo a parte
porque, al igual que ocurre en NZ, dependiendo de la época los precios varían
muchísimo, asi que puedes llevarte un susto cuando quieres hacerte una
ensaladita y te piden más de 6€ por 1kg de tomates… (arriba los noodles!)
Puntazo gastronómico a favor de Sydney: si te gusta el sushi
y la carne de canguro tienes asegurada una buena dieta a precio económico (un
servidor no tuvo días suficientes para hartarse de tales manjares, qué rico!).
No voy a decir nada nuevo hablando de la belleza de la Opera House, pero sin duda fue
la noche la que me transmitió el encanto de la ciudad. Luces, colores y vida
social le otorgan una cierta calidez a esta gran urbe repleta de turismo y
eventos.
Harbour and The Rocks |
Harbour Bridge |
Opera House |
Además tuvimos la suerte de conocer a unos chavales que
vivían alli y nos enseñaron el barrio cercano a la universidad, muy auténtico,
mucho comercio, restaurantes de todo tipo y bares “baratos”. Vamos, parte de la Sydney que interesa, la no
turística.
Las dudas nos rondaban constantemente desde que aterrizamos:
¿Qué hacemos? ¿cómo nos vamos a mover aquí? ¿hasta donde vamos? Y después de
algunas investigaciones, muchos cálculos y una pizca de ilusión, la decisión
llegó, y con ella Josefa de OZ, la monovolumen que alquilamos para viajar desde
Sydney hasta Cairns.
Nuestro transporte, alojamiento, comedor y sala de dvd |
Nuestra primea parada fue Port Macquarie, alli fuimos a
visitar un hospital de koalas donde vimos muchos de los peligros a los que se
exponen tales animales y los cuidados que reciben (UCI incluida). También nos
quedó claro que la hiperactividad no es el mejor adjetivo para definirlos.
El siguiente destino era más que obligado. Absolutamente
todo el mundo al que le dije que venía a Australia me había recomendado ir a
Byron Bay, y la verdad es que razón no les faltaba. Pese a que tiene turismo,
es uno de los pocos sitios de la costa este que mantiene su sello de identidad,
por no hablar de las playas que posee, el estilo de vida eminentemente surfero
que domina el pueblo, y la suerte que tuvimos de ver delfines surfeando olas
cuando fuimos a conocer el cabo al que da nombre dicha villa. Definitely it’s a
must.
Byron Bay |
Byron lifestyle |
Amazing sunset |
Cape Byron |
Aquí también nos dimos cuenta de una de las principales
diversiones que supone vivir sobre ruedas: ¿Dónde dormimos? En NZ son bastante
rigurosos con este tema, si no vas en una autocaravana tienes que dormir en un
camping; aquí sin embargo nos dijeron que mientras que no hubiese una señal que
indicase lo contrario, podíamos parar y dormir donde quisiésemos (aunque en
todos los i-sites donde parábamos nos decían que en ese pueblo estaba
prohibido). En fin, la aventura del dormir nos llevó, en Byron, a una calle de
casitas tipo Wisteria Lane, sin embargo la señora que nos despertó la segunda
mañana invitándonos a largarnos nada tenía que ver con las mujeres que habitan
la citada calle, sino más bien con la madre de los humanos de Los Fraguel
(escoba en mano).
Aún así, amén de ésta y otra ocasión, he de decir que en
general no hemos tenido problemas para pernoctar donde elegíamos.
Antes de llegar a Brisbane hicimos una parada de interior en
un pueblo de nombre impronunciable para hacer un trekking de 5h que nos llevó a
ver uno de los cráteres de volcanes extinguidos más grandes de Australia, el
Mount Warning. Las vistas son bastante espectaculares pero lo mejor es la
última parte del trekking, donde unas cadenas te ayudan a escalar la pendiente
de la roca que hay que superar para hacer cumbre.
Y hasta aquí Nueva Gales del Sur, el estado por el que he
tratado de llevaros a lo largo de estas letras. En el próximo post ya será la
tierra de reinas (Queensland) la protagonista.