viernes, 28 de diciembre de 2012

On my way



Tras 14h de bus nocturno había llegado a la capital. Bangkok es… es… el blanco y el negro, el color de sus templos y el gris de sus edificios, el caos de sus calles y la paz de sus santuarios, la tranquilidad de su gente y la rapidez de su vida, lo ostentoso de una esquina con lo humilde de la otra, pero sobre todo Bangkok es el gran bazar de Tailandia donde todo puede encontrarse bajo el pegajoso calor de un cielo sospechosamente grisáceo.
Lo primero con lo que tuve que lidiar en esta urbe de más de 7 millones de habitantes fue con la búsqueda de alojamiento, algo afortunadamente fácil para mi. Y tras ello a inmigración para poder extender mi estancia… aquí empieza MIVISA EXPRESS.
Moderación no es un nombre que pueda ir en la misma frase que Bangkok, asi que el tráfico aqui es de todo menos moderado. La mejor opción para llegar a mi destino era optar por una moto-taxi. Paré a un hombrecito que apenas hablaba inglés, le indiqué en un mapa donde quería ir, me lanzó su oferta, se la contrarresté disminuyendo la cantidad e indicándole que “ida y vuelta”, aceptó y allá que fuimos.
Tras un buen paseo llegamos a inmigración, donde una señora me indica que mis necesidades serán atendidas en otro edificio (cercano pensé yo). Le explicó a mi amigo taxista donde ir y éste me informó de que me llevaba sin problema (y no mencionó ningún suplemento, perfecto). Después de cruzarnos la ciudad llegamos al destino, donde me informan de que sólo me pueden extender 7 días más, y como esto no me valía le dije a mi querido chófer que me dejara en la estación de trenes para ver a qué hora salía el que me llevaba a la frontera con Cambodia. Alli me dejó y alli le pagué el dinero acordado, a lo que él empieza a negar con la cabeza y a pedirme el doble, le digo que ni de coña, me lleva a un puesto de información para que me traduzcan sus pensamientos; el buen chaval que alli estaba así lo hizo mientras se reía, le vuelvo a decir que le traduzca que NI DE COÑA. El buen señor vio a un par de policías y me dice que vayamos a hablar con ellos… asi que le dije que le daba una tercera parte de lo que me estaba pidiendo y que me olvidara. Y me fui.
¿Y mi visa? Pues finalmente descubrí que contratando una de esas famosas van (que son el gran negocio de este bendito país), me llevaban a Cambodia y me traían en el mismo día, conseguía 15 días más de visado y todo me salía más barato que pagando la extensión oficial. Deal!
Pero llegar a la frontera tampoco fue un camino de rosas. Los tipos que conducían la furgo trataron de todas las maneras de que pagásemos consiguiésemos la visa a través de ellos. Obviamente la tarifa de la misma repentinamente se incrementó, pasando de tener 3 cifras a tener 4, y la justificación podía ser desde “así el trámite es más rápido” ó “si no lo haces así no vas a tener bus de vuelta a Bangkok” hasta “es que ya se han acabado las visas por hoy”... Incluso llegaron a pararnos en un supuesto consulado de Cambodia para que pagásemos la visa alli. Afortunadamente todos íbamos en preaviso de tales juegos e insistimos en que sólo íbamos a pagar en la frontera. Finalmente después de invertir todo un día viajando, haciendo cola y evitando ser estafado, conseguí mi nueva visa. Yuhu!

El resto de mi tiempo en Bangkok lo dediqué a patearme sus calles y mercados, disfrutar de sus numerosos puestos de comida y, sobre todo, descubrir sus increíbles templos. En mi última visita a uno de ellos, tuve la “suerte” de poder asistir a una ceremonia budista donde se daba el último adiós a una mujer. Después de haber velado el cuerpo de la difunta, éste fue trasladado a un pequeño templo-altar bajo una comitiva encabezada por un monje. Tras rodear tres veces dicho altar, se depositó el féretro y comenzó una fiesta de música y danza en honor a la despedida. Por último los asistentes depositaron una flor blanca en el altar de la homenajeada, dándole así su último adiós. Nadie parecía triste, al contrario, para los budistas la muerte es el paso transitorio tras el cual pasas a tu siguiente vida, y así será hasta que llegues al nirvana, momento en el que accedes al conocimiento completo. Puesto que por lo tanto la muerte se contempla como un paso hacia la perfección, no tiene sentido la tristeza para ellos, llegando a ser ofensivas las muestras de dolor en un funeral budistas. Sin duda una interesante religión que me gustaría conocer un poquito mejor.

Bangkok. En definitiva una ciudad muy intensa pero que, sin duda, no hay que dejar de visitar. 

Chinatown

Chinatown


Wat Pho

Wat Pho

Emerald Buddah Temple
El turismo por excelencia, Khaosand Road



Wat Arun

Wat Suthat

Wat Tri

Funeral. Templo-altar

Funeral. Comitiva
Funeral. Orquesta

Funeral. Danzas

Funeral. Danzas

Funeral. Danzas

Funeral. Danzas

Llegó el momento de encaminarme hacia el norte del país. Pero antes había que hacer una parada en la vieja Ayuthaya, ciudad destacada en la Tailandia histórica cuya parte antigua se encuentra delimitada por un río, lo que la convierte en una isla. 








Y tras 15h de viaje, llegué a la espiritual Chiang Mai. No sé porque pero desde el momento en que me bajé del tren una sensación de calma me rodeó. La ciudad se presenta como el enclave perfecto para la práctica del yoga, la meditación, el contacto con la naturaleza, la cocina thai, pero también se disfruta gastronómicamente con sus miles de puestos de comida, restaurantes y sus enormes mercadillos. Yo probé un poquito de casi todo: yoga, naturaleza, comida, música y, por supuesto, templos.
Es muy curiosa la existencia de dos ciudades en una. Dentro del casco antiguo se respira y se vive el ritmo de un pueblo que no sabe de prisas, en el que puedes perderte paseando por sus callejones y descubrir un nuevo templo. Y cuando cruzas las puertas de lo que un día fue una muralla, el tráfico y el barullo del día a día te hacen darte cuenta de que la población aloja a unos 175.000 habitantes. 

Wat Chedi Luang

Wat Chedi Luang

Buda en Wat Chedi Luang

Es la hora


Nightmarket
Doi Inthanon National Park

Doi Inthanon National Park

Doi Suthep

Recién bendecido!

Doi Suthep

Chiang Mai

Pero 762 curvas más al oeste de Chiang Mai me esperaba la última parada en mi itinerario, Pai. Os daré un par de cifras más para que trateis de haceros una idea de cómo es la carretera que separa estas dos poblaciones: 135km en más de 3h… Como no podía ser de otra forma, cuando llegas al destino te das cuenta de que merece la pena: tranquilidad pero ambiente, montañas y valles, río y piscina, cascadas, aguas termales, sol, elefantes, kayaks, trekking y 2’5 euros alquilar una moto 24h, sounds good!!
Pai es uno de esos sitios en los que no tienes que planear nada, sólo levantarte y hacer lo que te pida el cuerpo (y tal vez sea simplemente disfrutar de tu lazy day).
Mis últimos 2 días opté por una excursión en la que caminamos por la montaña, nos bañamos en algunas de sus cascadas, descubrimos la vida de sus pueblos y aprendimos las múltiples utilidades de la planta estrella de la zona, el bambú. 

Pai

Mi humilde morada




Preparando los materiales para la comida

Todo al fuego!

Menuda cena nos esperaba!

Un alto en el camino para refrescarse (y mucho)

Pueblín tipical north of Thailand

Y hasta aqui Tailandia, un país con infinitos contrastes y posibilidades. Un país que, aunque presa del turismo, merece ser visitado.

Próximamente: Laos
 
P.D: Y ya aprovechando las fechas en las que cuelgo esta entrada, os deseo la mejor de las suertes para el año que está a punto de comenzar.


miércoles, 5 de diciembre de 2012

Hello, massage?


Sí! Estoy en Tailandia, y esta es la frase que más veces al día escucho (compite muy muy de cerca con “taxi?”).

Llegamos a Tai mediante un ferry que une la isla de Langkawi (Malaysia) con Satun, un pueblito de la costa tailandesa del que no hay nada más que decir.
Anteriormente no había comentado que la gente malaya fue encantadora y que allá donde hemos ido siempre han tratado de ayudarnos y nos han puesto una sonrisa en casi todos los sitios. Ahora es diferente. No es que los tailandeses sean mala gente, pero si pueden hacer negocio contigo, lo van a hacer. Hicimos el panoli con el primer trayecto de bus que compramos, pagando el doble de la tarifa normal por no comprarlo en la propia estación de autobús (a nuestro favor he de decir que la única manera de llegar a dicha estación era a través de la mujer que nos vendió dicho billete), pero esto ha sido “una y no más”.
De Satun nos fuimos hasta Krabi, bajo una lluvia infernal, y allí hicimos noche. Lo poquito que pudimos ver de este pueblito fue un mercado nocturno de comida y bebida con orquesta incluida, algo tipo las verbenas del barrio pero made in Thailand, asi que nos gustó el lugar!
A la mañana siguiente volvimos a montarnos en un ferry para ir a las paradisíacas (e hiperturísticas) islas de Phi Phi. La isla habitada (Phi Phi Don) rezuma vida día y noche. Si tratas de imaginarte su playa principal obviando la fiesta nocturna y las resacas diurnas, es una belleza. Phi Phi Leh, la otra isla, la mantienen como una reserva natural que sólo puedes visitar para hacer snorkel (genial) o diving mediante viajes organizados. Aquí se encuentra la playa en la que se rodó la película del mismo nombre de Di Caprio, e ir a visitarla es como tratar de encontrar un sitio a tu sombrilla en la costa de Benidorm… con el añadido de que encima tienes que pagar si quieres bajarte del bote para pisarla, asi que un servidor se ahorró ese dinero.
Ambas islas son increíbles pero, si ya están explotadas, de aquí a unos años prometen convertirse en una Ibiza tailandesa. Os dejo unas instantáneas: 








Tras la ajetreada Phi Phi queríamos algo más calmado, asi que nos fuimos a la pseudo-hippie Railay con una pareja de cordobeses argentinos que conocimos. Aquí aprovechamos el ambiente relajado del lugar, la posibilidad de escalar (yo lo obvié), las playas y el guest house en el que nos hospedamos. Una gran combinación. 





Siguiendo con nuestra búsqueda de tranquilidad, la siguiente parada fue el pueblito de Khao Lak, y llegar hasta aquí fue toda una gincana de transportes: bote+van+bus+taxi. Todo esto por querer ir de listos y buscarnos nuestros propios transportes y no exponernos a que nos sacaran más dinero… al final llegamos hechos una sopa con el diluvio que nos cayó y nos ahorramos el equivalente a casi una cena.
Khao Lak prometía más en la teoría que lo que fue en la práctica… probablemente que el tiempo no acompañara ayudó a ello. Eso sí, nuestra última noche alli fue una luna llena que coincidió con una festividad budista y la celebración en la playa fue muy bonita (free bbq incluida!) 



Hasta aquí he de decir que eso de que Tailandia es más barato que Malaysia es un cuento, al menos en el sur los precios son iguales o superiores, pero también es cierto que el apogeo del turismo es una variable muy fuerte a considerar.

A partir de este punto el viaje se ha dividido. El mexicano y los argentinos se fueron para una isla en la costa este y yo puse rumbo a Bangkok, donde tenía que solucionar la extensión de mi visado, ya que al no entrar en el país vía aérea sólo me concedieron 15 días. Pero esto es otra historia que contaré en la próxima entrada.