Tras 14h de bus nocturno había llegado a la capital. Bangkok
es… es… el blanco y el negro, el color de sus templos y el gris de sus
edificios, el caos de sus calles y la paz de sus santuarios, la tranquilidad de
su gente y la rapidez de su vida, lo ostentoso de una esquina con lo humilde de
la otra, pero sobre todo Bangkok es el gran bazar de Tailandia donde todo puede
encontrarse bajo el pegajoso calor de un cielo sospechosamente grisáceo.
Lo primero con lo que tuve que lidiar en esta urbe de más de
7 millones de habitantes fue con la búsqueda de alojamiento, algo afortunadamente
fácil para mi. Y tras ello a inmigración para poder extender mi estancia… aquí
empieza MIVISA EXPRESS.
Moderación no es un nombre que pueda ir en la misma frase que Bangkok, asi que el tráfico aqui es de todo menos moderado. La
mejor opción para llegar a mi destino era optar por una moto-taxi. Paré a un hombrecito que apenas
hablaba inglés, le indiqué en un mapa donde quería ir, me lanzó su oferta, se
la contrarresté disminuyendo la cantidad e indicándole que “ida y vuelta”,
aceptó y allá que fuimos.
Tras un buen paseo llegamos a inmigración, donde una señora
me indica que mis necesidades serán atendidas en otro edificio (cercano pensé yo). Le explicó a mi amigo
taxista donde ir y éste me informó de que me llevaba sin problema (y no
mencionó ningún suplemento, perfecto). Después de cruzarnos la ciudad llegamos
al destino, donde me informan de que sólo me pueden extender 7 días más, y como
esto no me valía le dije a mi querido chófer que me dejara en la estación de
trenes para ver a qué hora salía el que me llevaba a la frontera con Cambodia.
Alli me dejó y alli le pagué el dinero acordado, a lo que él empieza a negar
con la cabeza y a pedirme el doble, le digo que ni de coña, me lleva a un
puesto de información para que me traduzcan sus pensamientos; el buen chaval
que alli estaba así lo hizo mientras se reía, le vuelvo a decir que le traduzca
que NI DE COÑA. El buen señor vio a un par de policías y me dice que vayamos a
hablar con ellos… asi que le dije que le daba una tercera parte de lo que me
estaba pidiendo y que me olvidara. Y me fui.
¿Y mi visa? Pues finalmente descubrí que contratando una de
esas famosas van (que son el gran
negocio de este bendito país), me llevaban a Cambodia y me traían en el mismo
día, conseguía 15 días más de visado y todo me salía más barato que pagando la
extensión oficial. Deal!
Pero llegar a la frontera tampoco fue un camino de rosas.
Los tipos que conducían la furgo trataron de todas las maneras de que pagásemos consiguiésemos la visa a
través de ellos. Obviamente la tarifa de la misma repentinamente se incrementó,
pasando de tener 3 cifras a tener 4, y la justificación podía ser desde “así el
trámite es más rápido” ó “si no lo haces así no vas a tener bus de vuelta a
Bangkok” hasta “es que ya se han acabado las visas por hoy”... Incluso llegaron
a pararnos en un supuesto consulado de Cambodia para que pagásemos la visa
alli. Afortunadamente todos íbamos en preaviso de tales juegos e insistimos en
que sólo íbamos a pagar en la frontera. Finalmente después de invertir todo un
día viajando, haciendo cola y evitando ser estafado, conseguí mi nueva visa.
Yuhu!
El resto de mi tiempo en Bangkok lo dediqué a patearme sus
calles y mercados, disfrutar de sus numerosos puestos de comida y, sobre todo,
descubrir sus increíbles templos. En mi última visita a uno de ellos, tuve la
“suerte” de poder asistir a una ceremonia budista donde se daba el último adiós
a una mujer. Después de haber velado el cuerpo de la difunta, éste fue
trasladado a un pequeño templo-altar bajo una comitiva encabezada por un monje.
Tras rodear tres veces dicho altar, se depositó el féretro y comenzó una fiesta
de música y danza en honor a la despedida. Por último los asistentes
depositaron una flor blanca en el altar de la homenajeada, dándole así su último
adiós. Nadie parecía triste, al contrario, para los budistas la muerte es el
paso transitorio tras el cual pasas a tu siguiente vida, y así será hasta que
llegues al nirvana, momento en el que accedes al conocimiento completo. Puesto que por lo tanto la muerte se contempla como un paso hacia la perfección, no tiene sentido la tristeza para ellos, llegando a ser ofensivas
las muestras de dolor en un funeral budistas. Sin duda una interesante religión
que me gustaría conocer un poquito mejor.
Bangkok. En definitiva una ciudad muy intensa pero que, sin
duda, no hay que dejar de visitar.
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Chinatown |
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Chinatown |
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Wat Pho |
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Wat Pho |
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Emerald Buddah Temple |
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El turismo por excelencia, Khaosand Road |
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Wat Arun |
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Wat Suthat |
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Wat Tri |
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Funeral. Templo-altar |
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Funeral. Comitiva |
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Funeral. Orquesta |
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Funeral. Danzas |
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Funeral. Danzas |
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Funeral. Danzas |
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Funeral. Danzas |
Llegó el momento de encaminarme hacia el norte del país.
Pero antes había que hacer una parada en la vieja Ayuthaya, ciudad destacada en
la Tailandia
histórica cuya parte antigua se encuentra delimitada por un río, lo que la
convierte en una isla.
Y tras 15h de viaje, llegué a la espiritual Chiang Mai. No
sé porque pero desde el momento en que me bajé del tren una sensación de calma
me rodeó. La ciudad se presenta como el enclave perfecto para la práctica del
yoga, la meditación, el contacto con la naturaleza, la cocina thai, pero
también se disfruta gastronómicamente con sus miles de puestos de comida,
restaurantes y sus enormes mercadillos. Yo probé un poquito de casi todo: yoga,
naturaleza, comida, música y, por supuesto, templos.
Es muy curiosa la existencia de dos ciudades en una. Dentro
del casco antiguo se respira y se vive el ritmo de un pueblo que no sabe de
prisas, en el que puedes perderte paseando por sus callejones y descubrir un
nuevo templo. Y cuando cruzas las puertas de lo que un día fue una muralla, el
tráfico y el barullo del día a día te hacen darte cuenta de que la población
aloja a unos 175.000 habitantes.
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Wat Chedi Luang |
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Wat Chedi Luang |
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Buda en Wat Chedi Luang |
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Es la hora |
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Nightmarket |
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Doi Inthanon National Park |
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Doi Inthanon National Park |
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Doi Suthep |
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Recién bendecido! |
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Doi Suthep |
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Chiang Mai |
Pero 762 curvas más al oeste de Chiang Mai me esperaba la
última parada en mi itinerario, Pai. Os daré un par de cifras más para que trateis
de haceros una idea de cómo es la carretera que separa estas dos poblaciones:
135km en más de 3h… Como no podía ser de otra forma, cuando llegas al destino
te das cuenta de que merece la pena: tranquilidad pero ambiente, montañas y
valles, río y piscina, cascadas, aguas termales, sol, elefantes, kayaks,
trekking y 2’5 euros alquilar una moto 24h, sounds good!!
Pai es uno de esos sitios en los que no tienes que planear
nada, sólo levantarte y hacer lo que te pida el cuerpo (y tal vez sea
simplemente disfrutar de tu lazy day).
Mis últimos 2 días opté por una excursión en la que
caminamos por la montaña, nos bañamos en algunas de sus cascadas, descubrimos
la vida de sus pueblos y aprendimos las múltiples utilidades de la planta
estrella de la zona, el bambú.
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Pai |
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Mi humilde morada |
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Preparando los materiales para la comida |
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Todo al fuego! |
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Menuda cena nos esperaba! |
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Un alto en el camino para refrescarse (y mucho) |
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Pueblín tipical north of Thailand |
Y hasta aqui Tailandia, un país con infinitos contrastes y posibilidades. Un país que, aunque presa del turismo, merece ser visitado.
Próximamente: Laos
P.D: Y ya aprovechando las fechas en las que cuelgo esta entrada,
os deseo la mejor de las suertes para el año que está a punto de comenzar.