lunes, 12 de noviembre de 2012

Sudando


Auckland se despidió de mi con un bonito (y ya esperado) día soleado.
El último desayuno en Frienz estuvo más marcado por los nervios de la partida que por la tristeza del adiós… hasta que llegó el adiós y el estómago se encogió un poquito pensando cuando volvería a ver a algunos de los miembros de esa familia que dejaba tras de mi.
El viaje de 17h comenzó con un retraso en el avión de 1h. Prosiguió percatándome a nuestra llegada a Singapur de que me faltaba la tarjeta de embarque correspondiente al vuelo que me dejaría en mi destino final, Kuala Lumpur (KL). Sin embargo todo terminó perfectamente por 2 motivos, el primero porque llegamos con media hora de adelanto a KL, y el segundo (y más importante) porque volé con una amiga malaya que me dejó en la puerta del guesthouse al que tenía que llegar.
En esta ocasión mi compañero de viaje es un mexicano que conocí viajando por la isla sur de Nueva Zelanda que, cansado de su vida de publicista en el gigante DF, ha decidido recorrer mundo sin rumbo pero buscando siempre la aventura y la libertad.

Primera sensación malaya: calor, mucho calor. Aquí no se puede estar sin un ventilador o un aire acondicionado. Si bien la temperatura no es exageradamente alta (de 21º a 33º), la humedad hace que la sensación de calor aumente considerablemente.

Mi primera impresión de KL fue una mezcla entre caos, gris y suciedad. Esta última luego me di cuenta que no era tal, sino consecuencia de lo primero, la cantidad de puestos de comida en las calles y toda la gente alrededor y las numerosas obras sin terminar que rondan algunas áreas.

Curiosamente sólo el 57% de la población de Malaysia es malaya, el resto lo representan los inmigrantes, asi que os podéis imaginar lo increíblemente multicultural que es este país. KL diría que tiene un importante porcentaje de inmigración india, tanto es así que toda la comida que probé era de tal nacionalidad debido a la cantidad de restaurantes que poseen en la ciudad.
Los precios, siendo los más altos de la zona del sudeste asiático, no dejan de ser una bendición para el bolsillo (café con leche: unos 50céntimos; plato de comida: 1’5€; habitación twin con a/c: 15€ (fuera de KL y con ventilador baja hasta unos 7€); zumos de fruta recién exprimidos… increibles: 60céntimos), a excepción del alcohol que sigue siendo un pequeño lujo (lata de cerveza fuera de un bar: 1’5€ aprox).

Aunque en Malaysia conviven diferentes religiones y la cantidad de templos budistas que te encuentras caminando por sus poblaciones es abrumadora, es un país predominantemente islámico, así que es normal encontrarse a las mujeres ataviadas con su velo y escuchar el canto del muecín en sus varios llamamientos al oficio y la oración en alguna de las diversas mezquitas que posee cada población (inclusive desde la carretera se llegan a anunciar las áreas de servicio que poseen tal tipo de templo).

KL es una ciudad de contrastes. Diferentes tipos de arquitectura, religión, cultura y gente conviven en un mismo espacio.
Nuestro guesthouse estaba en el centro y podíamos ver de todo, desde las casitas más humildes y los sitios más auténticos, a los más modernos centros comerciales o de convenciones, como las famosas Torres Petronas. Con respecto a tan emblemático icono, sólo puedo decir que después de esperar 3 noches para poder ir a visitarlas sin lluvia, el día que pudimos ir no estaban iluminadas… (no more to add).
Aquí os dejo algunas instantáneas de KL y de Melaka, una ciudad con una muy variada herencia cultural hindú-china-holandesa-portuguesa.

Museo Textil (KL)

Palacio del sultán (KL)

Masjid Negara (Gran mezquita. KL)
Melaka

Templo budista (Chinatown. Melaka)

Melaka

 Tras patear un poco la gran urbe malaya decidimos ir al otro extremo y aventurarnos en  el Taman Negara, el parque nacional que supone los pulmones verdes del país. Llegar hasta allí nos implicó 3h de bus furgo, 2h de espera en un pueblito, 15min más de furgo a otra población cercana y de ahí 3h más en bote remontando un río… todo esto para enterarnos después de que podíamos haberlo hecho todo del tirón en el bus... (Gracias Turismo de Malaysia!). Y con esta foto podéis haceros una idea de cómo era el bote


Si hasta aquí habíamos pasado calor, ahora una humedad del 98% hacía que caminar dos minutos y empaparte en sudor fuera todo uno. El atractivo del parque está en conocer la fauna y flora de su jungla (obviemos la existencia de mosquitos y sanguijuelas). Para bien y para mal el monzón afectaba esta área, así que cuando llovía podías aliviarte un poco del sofocante calor pero también implicaba que los tracks eran más complicados de realizar y que, al hacer cumbre, apenas se viese más que nubes. 

Entrada al parque

Pumbas que lo habitan!
Coronando el Bukit Indah

Canopy walkman
El pueblín (Kuala Tahan)


Nuestra humilde morada :)


Aún así decidimos pasar varias jornadas en el tranquilo pueblito antes de dirigirnos a más frescos parajes, pero esto os lo contaré en al próxima entrada.

3 comentarios:

  1. Me alegro de que de momento todo este saliendo muy bien, espero que disfrutes todo lo posible la experiencia que estas viviendo. Un abrazo campeon

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  2. EBRI! Me encanta tu blog, escribes genial cocinillas... Veo que te lo estás pasando en grande, me alegro un montón!!! Un abrazo desde Wellington :)

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  3. Huy, se ve que lo estás pasando fatal, de hecho... :) ¿no hay forma de que recibas un sushi cibernético por ahí? Vete anotando cosas para cuando yo me líe la manta a la cabeza y me deje caer por el sudeste asiático! Abrazoteeeessss!

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