Hasta aquí he de decir que la belleza de la isla sur es una
realidad latente y su fama es más que merecida, pero llegó un punto en el viaje
en que, en mi humilde opinión, se rizó el rizo. A los siempre espectaculares
paisajes de la isla, se une una nueva variable, la época del año. Aquí nos
encontramos en otoño y la explosión de color en la zona me ha sobrecogido, el
intenso y brillante verde neozelandés queda acompañado de vivos rojos, naranjas
y amarillos que hacen de cualquier foto una postal.
Las imágenes que veis pertenecen a Queenstown, un pueblo con
un emplazamiento de lujo y de poco más de 11000 habitantes que, sin embargo, desprende vida
como pocos sitios en este pais.
Queenstown es el lugar al que cualquier amante de los
deportes de riesgo tiene que venir. Su oferta de actividades es tan variada
como accidentes geográficos posee, pudiendo llevar a cabo jetboating (navegar entre los cañones de un río a toda velocidad),
rafting, trineo acuático, barranquismo (a pie o en mountain bike), esquí, ala
delta, sky diving (caída libre +
paracaidismo) y, por supuesto, la actividad por la que es famoso este sitio, el
bungy jumping (eso que en España
llamamos puenting y que, una vez que
estás en un país de habla inglesa, te das cuenta de que no tiene sentido). Aquí
os dejo unas fotos de una de las variantes que tienen aquí del bungy:
La otra razón por la que esta zona del país me ha impactado
tanto, ha sido porque muy cerca se encuentra la tierra de los fiordos
neozelandeses, Fiorland. Cuando hice el Alex Knob Track (léase Travelling around II) conocí a un chaval alemán y a otro
holandés que viajaban juntos en coche y me ofrecieron ir con ellos desde
Queenstown, con la ventaja añadida de que la misma agencia que les alquilaba el
coche, ofrece también cruceros en Milford Sound y nos hacían la no desestimable
oferta de 2x1. En resumen, que el viaje y el crucero al famoso fiordo de
Milford me salió muy económico. Sólo hubo un “pero”, el tiempo, ésta ha sido la
única ocasión en todo el viaje en la que el tiempo no me acompañó, pero no se
puede tener todo (y al menos no llovió). Anyway no se pueden despreciar vistas
como estas:
Llegados a este momento del viaje ya sólo me quedaba una
parada, Christchurch. Sin embargo de camino a esta ciudad tuve la oportunidad
de conocer un lago que me dejó sin palabras, en gran parte debido a su intenso
azul (os aseguro que las imágenes no están retocadas) y en parte también por el
viento tan brutal que lo azotaba:
Tekapo Lake |
La gran competidora de Auckland o Wellington en el norte, es
Christchurch en el sur. Una ciudad que se está reinventando a sí misma después
de haber sufrido 2 grandes terremotos hace apenas 1 año (y réplicas la semana
pasada).
Sería injusto por mi parte decir que no me ha gustado esta
ciudad, simplemente por el hecho de ver cómo trata de salir hacia delante. En
la denominada Re:START Zone se puede
ver ese ánimo, se trata de una pequeña calle que lleva hacia la zona más dañada
por los seismos, una calle muy concurrida, con mucha vida al aire libre y donde
los comerciantes han abierto improvisadas tiendas en contenedores industriales
con style, free wifi, esculturas
naturales (de la naturaleza) que le da un aire muy cool.
Estando visitando sus famosos jardines botánicos conocí a un
lugareño de 83 años que rápidamente me preguntó cual era mi opinión sobre su
ciudad e innecesariamente la disculpó por los hechos ocurridos. El hombre me
contó que de joven había estado viajando por todo el mundo, que conocía el sur
de España (aunque el intenso calor y un desafortunado hurto no le habían dejado
buen recuerdo) y se ocupó de mostrarme y contarme todo cuanto sabía sobre el
jardín, su huerto de productos naturales y las opiniones que le merecía. Os
dejo algunas instantáneas:
City Council |
Por lo demás el punto diferente en Christchurch lo ha puesto
mi hospedaje. Conocí a un japonés en Kaikoura que me ofreció su hospitalidad si
venía por aquí, asi que me he quedado en su piso de estudiantes, pretty nice.
Esta tarde-noche hemos organizado una cenilla con algunos amigos suyos y les he
hecho “spanish omelet” y he triunfado como la coca-cola!
Ahora es cuando os informo de que mi viaje vacacional por New
Zealand ha llegado a su fin. Todo se acaba. Muchas son las cosas que he vivido
y he aprendido a lo largo de estas semanas. Por supuesto lo más importante es
que lo he disfrutado muchísimo, que he seguido aprendiendo sobre mi mismo y
sobre los demás, que he conocido a muy buena gente y que, por supuesto, es una
experiencia y un país que recomiendo a todos.
La sensación de conocer a alguien, crear un lazo de amistad
tan intenso como breve y seguir tu camino es una sensación agridulce pero
bonita de vivir. Una amiga me decía que es el mal del viajero, vidas cruzadas… mejor vivirlo y no
pensar en ello.
Pero como os digo, es mi viaje vacacional por Nueva Zelanda
el que termina mientras otro asoma a la vuelta de la esquina. Me espera una
larga noche en el aeropuerto de Christchurch tras la cual llegaré a la que será
mi próxima aventura: Australia. Un mes más viajando por un nuevo pais que
vuelve a ponerme el estómago del revés.
Aquí sí que no puedo deciros que pronto sabréis de mi, por
lo visto las comunicaciones no son el fuerte de este continente, asi que sólo
puedo deciros: Seguiremos en contacto.
Muy buen post, compañero de viaje!
ResponderEliminarSeguro que nuestras vidas se vuelven a cruzar en Sydney.